Se ha escrito un crimen
O, como ponía en la portada del libro (esta tía se encuadernaba los originales, oiga), "Murder, she wrote".
Tanino nino, na nino, na niiii...
Así empezaba una serie mítica de detectives de los 80. Ni Marlowe, ni Poirot, ni Colombo ni nadie: Jessica Fletcher era la mejor!
La serie podía empezar de dos formas: o bien empezaba con Jessica yendo de viaje a visitar a un familiar (la señora esta debía ser del Opus porque no paraba quieta la jodía y no repetía parientes) o bien comenzaba con unas escenas representadas por las manidas "guest stars" del capítulo en las que veíamos el crimen en el que se implicaba (como principal sospechoso del mismo) un muchachote majete que resultaba ser finalmente el sobrino de la Lansbury (o un primo segundo o lo que tocara esa vez).
Entonces, en el primer caso, recién llegada al pueblecito, ciudad o lo que fuere, moría alguien y acusaban a su sobrino o, en el segundo caso, Lansbury llegaba al lugar de los hechos para enterarse de que querían colgar por asesino a su cuñao.
El objetivo siempre era el mismo: demostrar la inocencia de su sobrino o cuñao a través de demostrar la culpabilidad de otro que no fuera familiar suyo.
Sobre la serie hay dos teorías principales:
1- Jessica era una psicópata la mar de astuta que se pasaba el día viajando y matando al personal y luego consiguiendo mediante pruebas nada concluyentes que un pringao confesara ser el autor del delito con tal de no aguantarla más con esa mirada de "alguien a matado a alguien, alguien es un asesino" (gracias Gila!). La Fletcher era una serial killer de pelotas y además esquivaba a la justicia desde la justicia misma. ¿Pero cómo podían hacer caso los maderos a la bruja novata? El caso es que ella mataba y conseguía un chivo espiatorio y luego, para colmo, llegaba a su casa, se tomaba un té con pastas y escribía su versión de los hechos (que ella misma, como dije, editaba, corregía, maquetaba, imprimía encuadernaba, y apuesto a que la distribuía, la vendía y la compraba... Estaba francamente mal la pobre...).
2- Jessica pertenecía a una familia del medio oeste de asesinos psicópatas (pero ella no lo era) al más puro estilo "Las colinas tienen ojos" (sufrieron las radiaciones de las pruebas nucleares en los 50 mientras ella estaba en Cabot Codd tan ricamente). Ella sabía de qué pie cojeaba su parentela y trataba de sacarles las castañas del fuego en cada episodio acusando a otros.
Lo más destacado de cada episodio era la tortura final en la que conseguía que algún pardillo asumiera haber cometido el crimen con tal de no oirla más. Y esa cara de concentración, como de estar oliendo un pedo? Nadie más que la Lansbury podría ponerla...
En fin, amigos, una peaso de serie inolvidable. Aunque vista hoy en día... ejem... canta por bulerías.
Intro de la serie, pulsa para ver el video
Unas imágenes para finalizar:
Escribiendo feliz de la vida...
Orgullosa leyendo su propia obra (de momento en calidad de editora, no de lectora).
Su obra, por fin acabada.
Aquí la vemos introduciéndose subrepticiamente en el lugar de los hechos para falsear la escena del crimen e introducir pistas que incriminen al hijo de la carnicera de Cabot Codd.
Decidiendo a quién acusar esta vez... Al moreno, yo creo que al moreno.
El madero del pueblo de Jessica que debía ser gilipollas, porque no sospechar de ella...
"Ha sido este de las canas, en la cochera y con el candelabro."
"Pues a ver si he sío yo y no mentereao..."
Por último, la cara de malhuele previa a la acusación del pardillo de turno.
Artículo: Devon Milles
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sirius -
Rafa -